Contagio y transmisión
En las personas afectadas por SIDA, el VIH se concentra
especialmente en la sangre, en el semen de los varones y en las secreciones
vaginales de la mujer, líquidos que constituyen, por lo tanto, peligrosos
reservorios de virus. La saliva y las lágrimas de las personas infectadas también
contienen VIH, pero en una cantidad tan pequeña que resulta insuficiente para
provocar contagio.
Para la transmisión del virus del SIDA es indispensable que
las células infectadas o las partículas del VIH se incorporen al torrente sanguíneo,
lo que puede suceder a través de las siguientes cuatro vías principales de
contagio:
1. Relaciones sexuales
La relación sexual es la principal vía de contagio para los “homosexuales”
(Individuos que tienen relaciones sexuales con personas del mismo sexo) y para
los “bisexuales” (Individuos que tienen relaciones sexuales con personas de uno
y otro sexo). En los dos casos, el alto
riesgo de contagio radica en el hecho de que la mucosa del recto se desgarra
fácilmente, exponiendo la sangre a la acción de los VIH que pueden estar
presentes en el semen. Ese riesgo es menor en la relación “heterosexual” (Relación
sexual de un individuo con persona del otro sexo), porque la vagina es un órgano
estructurado para la función que desempeña en la unión sexual del hombre con la
mujer, vale decir, que la mujer infectada por VIH también puede transmitir el
SIDA por vía genital, a través de sus secreciones vaginales.
2. Transfusiones
La persona infectada con VIH puede transmitir el SIDA al donar
o vender su sangre para transfusiones en bancos de Sangre no controlados, o
para fabricar productos que se utilizan en el tratamiento de la hemofilia.
3. Agujas y Jeringas
En todos los países occidentales que han estudiado la
difusión del SIDA entre sus habitantes, se sabe que la mayor cantidad de
personas afectadas corresponde a varones homosexuales o bisexuales y, en menor
proporción, a drogadictos que se inyectan drogas por vía endovenosa. La
magnitud del contagio entre los drogadictos se debe a que ellos comparten
habitualmente agujas y jeringas no esterilizadas. Eventualmente, lo mismo
podría ocurrir si no se esterilizan debidamente los instrumentos médicos o
dentales usaos en intervenciones donde se producen rompimientos de vasos sanguíneos.
4. Embarazo
Una madre, si está infectada por VIH, puede transmitir el
mal a su hijo mientras dura el embarazo, lo que se efectúa a través de la
placenta. También puede contagiarlo en el momento del parto, cuando el niño
toma contacto con las secreciones vaginales y la sangre de la madre. Por
último, la transmisión del VIH puede ocurrir después del nacimiento del hijo, a
través de la leche materna en el período de lactancia.
Prevención
Aunque la lucha de los científicos contra el VIH está en
marcha desde 1981, aún no hay remedio para el SIDA. Mientras no surja una
vacuna o un medicamento eficaz, la única posibilidad de frenar esta infección
es adoptar medidas de prevención, como las siguientes:
1. Evitar de raíz aquellos comportamientos, ya señalados, que
contribuyen al contagio y transmisión de la enfermedad. Es un hecho
indiscutible que la mejor defensa contra el SIDA está en los comportamientos
humanos regidos por lo valores éticos consagrados en el mundo civilizado.
Los jóvenes no deben olvidar que la pareja humana se une en
el acto sexual por amor, en forma voluntaria y responsable, con respeto a los
sentimientos y de acuerdo a las normas legales y sociales de la comunidad en
que se vive. Por ser consciente y racional, la sexualidad humana puede ser
controlada hasta la edad adulta, cuando el hombre y la mujer tienen madurez
suficiente para establecer esa relación de pareja estable que se inicia en el
matrimonio.
2. Usar agujas y jeringas desechables, de carácter personal, en
las inyecciones intravenosas, extracciones de sangre, colocación de sueros terapéuticos,
etc. Ciertamente, cuando se utilizan agujas y jeringas correctamente
esterilizadas, no existe peligro de contagio por VIH.
En este mismo contexto, es recomendable no compartir
instrumentos ni artículos de uso personal que pudieran estar contaminados con
sangre.
3. Mantenerse al día con los conocimientos científicos relacionados
con el SIDA, especialmente en todos los que se refieren a medidas de
prevención. En una época como la actual, de sorprendente desarrollo de las
ciencias médicas y de los médicos de comunicación social, “nadie debe morir de
ignorancia”.
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